13 feb 2009

Prosa

Las escribí entre los 15 y los 17 años.
Puufff... sigo igual.




Primera comunión (transición).

Blanco.

Un chico extraño, encima de la dulce forma. Un chico extraño de piel sucia, sobre la dulce estatua.

Un roce que traspasaba los ojos y acariciaba con tentáculos el gesto. Una luz triste temblando bajo las patas de un animal. Una luz blanca retorcida bajo el animal azul.

Un espejo de ojos enormes lleno de grietas, un espejo blanco. La luz con formas dulces retorcida besando una criatura viva y sucia. Alguien no supo del miedo y alguien se volvió presa.

Manos, manos desteñidas sobre un brillo blanco. Postura perfecta, forma contraída, un animal sobre las luces, bajo el espejo roto de ojos... blancos rincones en su infinita cabeza, donde esconderse. Su borde rozando el borde de la estatua, su escurridizo borde lateral hasta la cima.

El choque frontal de la boca de un animal extraño.

El espejo maldiciendo, la luz mengua, el animal se eriza y ríe. Cuchillas desteñidas entre las telas, sobre la forma, rozan el borde de todas las partes y gritan. Blanco funeral de tus inocencias. Solo se quedó el rio, nadie en los costados, nadie sobre el rio ni sobre la forma, una figura blanca sin ojos desmembrada entre tus... bajo tus formas redondas. Mira... un rio, tiembla, el cielo está empapado, el suelo. La luz estremecida se apaga, se muere, se... Mira. Un rio blanco.






El deseo

Sabes lo qué le pasó a una niña de 16 años que vivía muy cerca de mi... tan cerca que casi me succiona por las noches. Una niña que se acercó demasiado al espejo y el espejo tiró de ella hasta asustarla, quería llevársela, ¿por qué?, porque al acercarse tanto la vio más adentro y el espejo estaba solo, la niña estaba mas sola todavía. Se asustó tanto que desde entonces teme al secreto del espejo, lo mira como si le hablara, le dijera... "Aléjate, tú tienes tu sitio y yo el mío, podemos vernos y estar en la misma habitación pero tú en tu sitio y yo en el mío". Hablar con los espejos a través de la mirada...

No quiero más que despertar sobre un profundo y descorazonador espejo, sentir el frio, las manos, las alas, consumirme a mi misma y dejar que el me consuma y me arrastre como el animal moribundo de mi sangre, deseo de ser liberado sobre un espejo para que otra vez el espejo lo mantenga atrapado. No quiero otra cosa que despertar sobre un espejo, sus brillos y sus gélidos besos de muertos traspasando el pulido de la forma.





poética


Acabo de descubrir que la mujer confesora del delirio tras mis ojos cerrados era yo misma, la inteligente mujer morena que hablaba en mitad del sueño era yo misma.

¿Por qué?. Si yo me muero de ganas de abrazar a una dama azul que perdió sus alas de niña pájara. Ave, te seguirás llamando.

¿Qué hay? a parte de la otra vestida de bailarina que de vez en cuando llora en mis sueños y de todas las otras que preguntan "A dónde vas?" cuando no me he movido de la cama.
Canta ella, la imaginada, canto yo desde su torre tan alta. Canta la azul, la pájara amarilla que voló su jaula.







El lado de la realidad

Abajo, muy abajo... mas abajo. En el fondo solo hay peces.

No finjas falsos mitos, cleopatras desnudas, payasos de circo, calaveras con relojes derretidos sobre sus cuencas, luces de fiesta sobre maniquíes descarnados con aire dentro, caminos de hambre, casas en ruinas, hadas malvadas que te salvan la vida en sueños para que sufras en horas de ojos frescos de nevera.
Solo
Tus pasos aporreando la pompa, empeñados en llegar a la orilla. ¿Qué ves?. Qué hay allí?. Acaso los árboles, acaso el recuerdo del jardín en que flotas dentro de tu pompa, acaso el miedo a quedarte sin aire es lo que no hay en la orilla.





Soledad

Nadie besa el viento, nadie vuela por los cimientos de la cueva, nadie para los desmayos.
La marca del invisible a lo largo de tu vientre. Y debajo de la marca un grito tan estridente que te ciega y te hace saltar los ojos. Para qué los necesitas, para abrirlos y cerrarlos cada noche, para clavárselos a las paredes de tu cueva y probar a ver si con el paso de las horas consigues romperlas.

El espacio sueña, sufre, rompe, llora, teme.

La bala que te despierta por las noches y te susurra despacio cuentos de una loca que asesinaba a los niños en la calle mientras les susurraba despacio al atravesar sus entrañas de juguete.

Una y otra vez tratas de confundir al espejo con tus cabriolas y filigranas. Haces lo que puedes. Pero sabes que el espejo no te va a sonreír ni aplaudir nunca. No lo haces para alcanzar aprobación, actúas por impulsos de tu espíritu, el espíritu quiere atravesar el cristal. El espíritu, muñeca cutre en las manos de un pederasta que escribe sobre las maravillas de una niña perdida en el laberíntico mundo del espejo.

Y el problema es que una vez que entras no puedes salir del trance (eso es lo que te parece). Si atraviesas el espejo correrás el peligro de equivocarte de camino y llegar al lado sombrío del cristal, como la cara oculta de la luna, allí es donde están todos los que dejaron de hacer para tomarse unas vacaciones... el problema es que luego no recordaban el camino de vuelta a sus casas y se quedaron atrapados, algunos querían volver otros no. Allí acompañarás a los niños de la calle que fueron susurrados por la loca de los cuentos nocturnos de una bala. Tienes miedo de perderte y desear volver, tienes miedo de no poder hacer lo que quieres, de no poder hacer.

Porque no hacer nada es el único lujo del que te has hartado.







Cuentos para no dormir

Se desgranaba, sobre el asiento de un autobús con alas. Se consumía en paisajes diarios que se habían transformado de alguna dudosa manera. Nadie se sentaba a su lado, porque tenía que dejar un sitio para "la otra".
El conductor no era muy amable. Una anciana la reconoció de otros viajes y le dio una naranja de su huerta que sacó de una bolsa del "Mercadona".
Cuando se la comió se tragó las miles de venas y membranas de unas alas pálidas que costaba masticar y hacían una bola en su boca y no pudo tragárselas.

Ya en la guarida de los gritos y los porrazos con sonido a madera rancia fue corriendo a mirarse su nuevo pelo en la cabeza de otra persona que le sonreía y le hacía posturas en el espejo mientras se lo recogía y se lo ponía de mil formas. Recordó la sensación de la maquinilla y el zumbido por sus sienes y el cogote. Entró en el delirio.

Finalizó extasiada sobre un hueco de la cama junto a la ventana mientras dejaba la mente en blanco y miraba hacia el suelo... o hacia ninguna parte, hasta que el reproductor de CDs se puso en marcha solo y empezó a sonar una canción. -No, esta no me gusta demasiado.- Y permaneció a la espera de la siguiente melodía. -No, esta tampoco... -
A la 10 canción se puso en píe y se quedó parada en medio de la habitación a oscuras mientras movía levemente las caderas y los brazos.
Empezó a cantar...

"...
And I'm dreaming . . .
Something to hold
Something to feel
Someone to love
Someone to need . . .
On down the dusty path
Goodbye! Goodbye!
I'll miss you!
And the sky puts on his grey cloak
And the day blows fear onto
All the lonely souls
...."

Hasta que terminó, dos horas mas tarde, tirada en el suelo en medio de algún lugar... o algún rincón de una habitación que le aclamaba y le aplaudía entre silbidos y besos. Tras haber pegado saltos por todas partes y haber pisado las paredes, todavía tenían las huellas de sus dedos, y de haberse sacudido una y otra vez como una loca en espasmos mas de un billón de veces. Luego... no sabía qué hacer, ni a dónde ir, ni con quién hablar...