14 feb 2012

La princesa ciega

VIII


Las ovejitas ya van a dormir
bajo las flores feas del jardín.
Duermen ya, como en la palabra "FIN".
Mañana volveremos a salir.

Y correremos entre aquellas prosas
que cantan pájaras y niñas magas
para princesas tímidas y vagas
que admiran damas bellas y leprosas.

Agarrada del pelo estoy hablando
una lengua que nadie entiende ahora,
un enfermo sonido y se hunde todo.

Nadie pregunta qué hago aquí colgando,
los llamados amigos a estas horas
¿se encontrarán a ellos mismos solos?.


El grito de los gritos parirá
silencios muertos en tu ausencia eterna.
Reptando siempre por mi recia pierna
viven las sombras de lo que vendrá.

No vendrá el miedo y sus fantasmas, nunca
a separarme de tu esencia viva
criatura de palabra y faz altiva
que un día besará, muda, mi nuca.

Tú, de los apestados reina madre.
Luz del norte huidiza sobre el mar.
Mitificada baratija antigua.

Vine al mundo desnuda, tonta, pobre
huérfana y sola, te empecé a buscar,
tu existencia cualquiera no averigua.


Cantar y Sentimiento ahora duermen
en el mar con los peces lila y algas
delicias orientales de las caras
de la reina avestruz que todos temen.

Pinta su cara bajo nuestro sol.
Mientras los grandes perros negros ladran
siempre las sabias mentes nos cabalgan
por los prados ajenos a su Dios.

Y en la lluvia, silueta de marfil
buscas tu trono y tu corona viejos
de lilas de papel cortadas antes

de cometer un fallo muy infantil
de disfrazarse frente a los espejos,
crearse las batallas, los amantes.


La infantil e inocente ingenuidad
de que reflejarán algo distinto
a todo lo que eres y tu instinto.
El espejo ofendido, morderá.

Un muñequito de cartón seduce
la mente débil de una niña pobre
en fantasías sepia y tonos cobre
despertando a la niña de pan dulce.

Con el pijama azul ya bien mojado
y soltando burbujas por la boca
de brazos de Neptuno a las orillas.

Peces lilas de flores coronados
cortadas en papel maché, del rosa,
entran en la nariz dando cosquillas.


Únicamente quiero despertar
sobre un profundo y penetrante espejo,
sentir el frío, el tenue fiel reflejo,
manos, alas, textura, el más allá.

Y consumirme yo misma dejando
que él me consuma y gélido me arrastre
cual animal funesto de mi sangre
evocando el deseo liberado

sobre un espejo para que otra vez
el espejo lo guarde retenido.
Solo despertar sobre un frío espejo.

Sus brillos gélidos serán tal vez
besos de muertos tras este pulido
de la forma y mi ávido reflejo.


Canta la imaginada, canto yo
desde tan alta torre sumergida.
Canta la azul, la pájara escondida
la que su jaula aislada ya voló.

Ah, y abajo, muy abajo... mas abajo.
Al fondo solo hay peces muy variados
no temas ahogarte, mi preciado
trozo de paraíso sin atajos.

No finjas falsos mitos de Cleopatras,
casas en ruinas, horas muerde-hambre,
calaveras con reloj derretido,

luces de fiesta sobre autómatas
descarnados con dentro solo aire,
hadas malvadas dicen al oído:


Te salvarán la vida en sueños para
que sufras en las horas de ojos frescos.
Pasos aporreando como secos
la pompa, hacia la orilla verde y clara.

¿Qué ve, princesa?. ¿Qué hay allí?. Responda.
Acaso son los árboles de allí
el recuerdo del lúdico jardín
en el que flota dentro de su pompa.

¿Acaso el miedo de quedar sin aire
es lo que falta en esa orilla oscura?.
El espacio, no siempre está vacío.

En fin del delirante y mustio baile
callado el río majestad Sakura
princesa ciega, dueña del hastío.


Hoy me sentí como princesa ciega
y harapienta, o realmente ya lo sea
cualquiera de las mil en mi azotea
se esconde como una leyenda griega.

Tiene miedo a salir con estos ojos
vueltos y con su cara de ceniza,
teme la princesita primeriza
que pierda la razón hecha despojos.

Sin nadie que me deje abandonada
vacía de esperanza, me haga loca
gritar eufórica pegar mil vueltas.

Esa frase venida de la nada
que el alma de cualquier muchacha toca
la frase mágica que se haga cientas.

2 feb 2012

La princesa ciega


VII



Abre los párpados al frío vuelo
desde abajo, saluda a la sombrilla,
al banco verde, a la mesa amarilla
a la nevera, silla, vacuo cielo.

Y al gato que nos pasa por delante.
Agradece al espejo su postura
siempre intacta, vacía de rotura
su frío estar, y suave ser brillante.

Ademán a la única luz viva
que es en mis ojos como un agua limpia.
En este silencioso latir seco.

Dentro de mi isla alternativa, diva
de un jardín sumergido ya en Olimpia.
Zuecos pisando el césped verdiseco.


Flores con baba armadas con espadas.
En las entrañas salta y ríe el mimo.
Nenúfares sangrantes de su limo
negocian con el néctar de las hadas.

Cual vuelo repentino de tus manos
las palomas jugando a ser gaviotas
capturan a los peces mas idiotas
y vanos de los ríos venecianos.

Y canto porque desconozco formas
mas suculentas de matar silencios.
Gritos predecesores de mi mundo.

Danzo y me atoro en sus torcidas formas
de este jardín hecho de arboles recios,
la introspección de plumas que me hundo.


La sincronicidad del viento y tú
volando entre las rocas. O del tiempo
fiel y mi cuerpo devorados lento
por la perversa y siempre autista luz.

Que nos dio a la inconsciente sugerente.
"Ella" no sabe dónde morará
desconoce hasta quién será, será
que no es en absoluto aún consciente.

No sabe cómo va a comunicarse,
no sabe, "ella", lo qué quiere decirme.
No entiende idioma para susurrarme.

Ella: ¿"Les puso nombre al despeñarse"?.
Su caricia mimosa incitando a irme
su silencioso mármol va a matarme.


Canta bajo mis píes como el agua
la clara, liberada y la brillante.
Bajo mis píes agua azul distante
del norte, fluye fría hasta mi lengua.

Pero lluvia, si cantas al oído
la venda sucia suave se resbala
acaba la incesante danza mala.
Y al fin, el miedo atroz se me ha diluido.

El recuerdo de quien debimos ser
flotando en séquito, mortajas sobre
un río y todas eran tan iguales.

Las aves carroñeras a morder
lanzábanse a un cadáver fácil, pobre
de la muchacha azul que menos vale.


No asaltas ya guadaña esta cerrada
morada, ya no nos escupe el cielo
ni nos agarra nuestros pies de hielo
la tierra miserable. Nada y nada.

La vesícula enferma y traicionera
desapareció para mi descanso
dejándonos ligeras al descenso
seamos pues nos, sin la infiel rastrera.

Oh, ¿pero qué será de ti y de mí?
princesa ¿qué será de nos ahora?
¿Nos partirá el alma la alegría?.

El anhelo vital del colibrí.
Y su fiel renaciente alma cantora
pintado en su jardín de solo un día.


El pájaro pintado donde nadie
sueña con que te nombra ya sin ojos
sueña y te espía sin su pico rojo,
ruega a la soledad que no te cambie.

Tú nunca escucharás a los idiotas
que sin aportar nada juzgarán
desde el prejuicio típico gañán
la candidez vacía en vidas rotas.

Un canto alegre es siempre un canto alegre.
Mi sombra menguará por la alegría.
Menguarás, sombra, si no duermo sola.

Al espejo sonrío al poder verme
al nacimiento del mas nuevo día
que paseará una gran bola roja.