VIII
Las ovejitas ya van a dormir
bajo las flores feas del jardín.
Duermen ya, como en la palabra "FIN".
Mañana volveremos a salir.
Y correremos entre aquellas prosas
que cantan pájaras y niñas magas
para princesas tímidas y vagas
que admiran damas bellas y leprosas.
Agarrada del pelo estoy hablando
una lengua que nadie entiende ahora,
un enfermo sonido y se hunde todo.
Nadie pregunta qué hago aquí colgando,
los llamados amigos a estas horas
¿se encontrarán a ellos mismos solos?.
El grito de los gritos parirá
silencios muertos en tu ausencia eterna.
Reptando siempre por mi recia pierna
viven las sombras de lo que vendrá.
No vendrá el miedo y sus fantasmas, nunca
a separarme de tu esencia viva
criatura de palabra y faz altiva
que un día besará, muda, mi nuca.
Tú, de los apestados reina madre.
Luz del norte huidiza sobre el mar.
Mitificada baratija antigua.
Vine al mundo desnuda, tonta, pobre
huérfana y sola, te empecé a buscar,
tu existencia cualquiera no averigua.
Cantar y Sentimiento ahora duermen
en el mar con los peces lila y algas
delicias orientales de las caras
de la reina avestruz que todos temen.
Pinta su cara bajo nuestro sol.
Mientras los grandes perros negros ladran
siempre las sabias mentes nos cabalgan
por los prados ajenos a su Dios.
Y en la lluvia, silueta de marfil
buscas tu trono y tu corona viejos
de lilas de papel cortadas antes
de cometer un fallo muy infantil
de disfrazarse frente a los espejos,
crearse las batallas, los amantes.
La infantil e inocente ingenuidad
de que reflejarán algo distinto
a todo lo que eres y tu instinto.
El espejo ofendido, morderá.
Un muñequito de cartón seduce
la mente débil de una niña pobre
en fantasías sepia y tonos cobre
despertando a la niña de pan dulce.
Con el pijama azul ya bien mojado
y soltando burbujas por la boca
de brazos de Neptuno a las orillas.
Peces lilas de flores coronados
cortadas en papel maché, del rosa,
entran en la nariz dando cosquillas.
Únicamente quiero despertar
sobre un profundo y penetrante espejo,
sentir el frío, el tenue fiel reflejo,
manos, alas, textura, el más allá.
Y consumirme yo misma dejando
que él me consuma y gélido me arrastre
cual animal funesto de mi sangre
evocando el deseo liberado
sobre un espejo para que otra vez
el espejo lo guarde retenido.
Solo despertar sobre un frío espejo.
Sus brillos gélidos serán tal vez
besos de muertos tras este pulido
de la forma y mi ávido reflejo.
Canta la imaginada, canto yo
desde tan alta torre sumergida.
Canta la azul, la pájara escondida
la que su jaula aislada ya voló.
Ah, y abajo, muy abajo... mas abajo.
Al fondo solo hay peces muy variados
no temas ahogarte, mi preciado
trozo de paraíso sin atajos.
No finjas falsos mitos de Cleopatras,
casas en ruinas, horas muerde-hambre,
calaveras con reloj derretido,
luces de fiesta sobre autómatas
descarnados con dentro solo aire,
hadas malvadas dicen al oído:
Te salvarán la vida en sueños para
que sufras en las horas de ojos frescos.
Pasos aporreando como secos
la pompa, hacia la orilla verde y clara.
¿Qué ve, princesa?. ¿Qué hay allí?. Responda.
Acaso son los árboles de allí
el recuerdo del lúdico jardín
en el que flota dentro de su pompa.
¿Acaso el miedo de quedar sin aire
es lo que falta en esa orilla oscura?.
El espacio, no siempre está vacío.
En fin del delirante y mustio baile
callado el río majestad Sakura
princesa ciega, dueña del hastío.
Hoy me sentí como princesa ciega
y harapienta, o realmente ya lo sea
cualquiera de las mil en mi azotea
se esconde como una leyenda griega.
Tiene miedo a salir con estos ojos
vueltos y con su cara de ceniza,
teme la princesita primeriza
que pierda la razón hecha despojos.
Sin nadie que me deje abandonada
vacía de esperanza, me haga loca
gritar eufórica pegar mil vueltas.
Esa frase venida de la nada
que el alma de cualquier muchacha toca
la frase mágica que se haga cientas.
Las ovejitas ya van a dormir
bajo las flores feas del jardín.
Duermen ya, como en la palabra "FIN".
Mañana volveremos a salir.
Y correremos entre aquellas prosas
que cantan pájaras y niñas magas
para princesas tímidas y vagas
que admiran damas bellas y leprosas.
Agarrada del pelo estoy hablando
una lengua que nadie entiende ahora,
un enfermo sonido y se hunde todo.
Nadie pregunta qué hago aquí colgando,
los llamados amigos a estas horas
¿se encontrarán a ellos mismos solos?.
El grito de los gritos parirá
silencios muertos en tu ausencia eterna.
Reptando siempre por mi recia pierna
viven las sombras de lo que vendrá.
No vendrá el miedo y sus fantasmas, nunca
a separarme de tu esencia viva
criatura de palabra y faz altiva
que un día besará, muda, mi nuca.
Tú, de los apestados reina madre.
Luz del norte huidiza sobre el mar.
Mitificada baratija antigua.
Vine al mundo desnuda, tonta, pobre
huérfana y sola, te empecé a buscar,
tu existencia cualquiera no averigua.
Cantar y Sentimiento ahora duermen
en el mar con los peces lila y algas
delicias orientales de las caras
de la reina avestruz que todos temen.
Pinta su cara bajo nuestro sol.
Mientras los grandes perros negros ladran
siempre las sabias mentes nos cabalgan
por los prados ajenos a su Dios.
Y en la lluvia, silueta de marfil
buscas tu trono y tu corona viejos
de lilas de papel cortadas antes
de cometer un fallo muy infantil
de disfrazarse frente a los espejos,
crearse las batallas, los amantes.
La infantil e inocente ingenuidad
de que reflejarán algo distinto
a todo lo que eres y tu instinto.
El espejo ofendido, morderá.
Un muñequito de cartón seduce
la mente débil de una niña pobre
en fantasías sepia y tonos cobre
despertando a la niña de pan dulce.
Con el pijama azul ya bien mojado
y soltando burbujas por la boca
de brazos de Neptuno a las orillas.
Peces lilas de flores coronados
cortadas en papel maché, del rosa,
entran en la nariz dando cosquillas.
Únicamente quiero despertar
sobre un profundo y penetrante espejo,
sentir el frío, el tenue fiel reflejo,
manos, alas, textura, el más allá.
Y consumirme yo misma dejando
que él me consuma y gélido me arrastre
cual animal funesto de mi sangre
evocando el deseo liberado
sobre un espejo para que otra vez
el espejo lo guarde retenido.
Solo despertar sobre un frío espejo.
Sus brillos gélidos serán tal vez
besos de muertos tras este pulido
de la forma y mi ávido reflejo.
Canta la imaginada, canto yo
desde tan alta torre sumergida.
Canta la azul, la pájara escondida
la que su jaula aislada ya voló.
Ah, y abajo, muy abajo... mas abajo.
Al fondo solo hay peces muy variados
no temas ahogarte, mi preciado
trozo de paraíso sin atajos.
No finjas falsos mitos de Cleopatras,
casas en ruinas, horas muerde-hambre,
calaveras con reloj derretido,
luces de fiesta sobre autómatas
descarnados con dentro solo aire,
hadas malvadas dicen al oído:
Te salvarán la vida en sueños para
que sufras en las horas de ojos frescos.
Pasos aporreando como secos
la pompa, hacia la orilla verde y clara.
¿Qué ve, princesa?. ¿Qué hay allí?. Responda.
Acaso son los árboles de allí
el recuerdo del lúdico jardín
en el que flota dentro de su pompa.
¿Acaso el miedo de quedar sin aire
es lo que falta en esa orilla oscura?.
El espacio, no siempre está vacío.
En fin del delirante y mustio baile
callado el río majestad Sakura
princesa ciega, dueña del hastío.
Hoy me sentí como princesa ciega
y harapienta, o realmente ya lo sea
cualquiera de las mil en mi azotea
se esconde como una leyenda griega.
Tiene miedo a salir con estos ojos
vueltos y con su cara de ceniza,
teme la princesita primeriza
que pierda la razón hecha despojos.
Sin nadie que me deje abandonada
vacía de esperanza, me haga loca
gritar eufórica pegar mil vueltas.
Esa frase venida de la nada
que el alma de cualquier muchacha toca
la frase mágica que se haga cientas.