27 abr 2010

La princesa ciega

I

Hoy me sentí como princesa ciega

y harapienta, o realmente lo sea

cualquiera de las mil en mi azotea

se esconde como una leyenda griega.


Tiene miedo a salir con estos ojos

vueltos y con su cara de ceniza,

teme la princesita primeriza

que pierda la razón hecha despojos.



Sin nadie que me deje abandonada

vacía de esperanza, me haga loca

gritar eufórica pegar mil vueltas.



Esa frase venida de la nada

que el alma de cualquier muchacha toca

la frase mágica que se haga cientas.



Con esa frase la princesa ciega

se enfrentará al mundo, que soy yo misma

siendo su mundo lleno de carisma,

dentro de mí su trazo se despliega.



Y saldrá ella a dar vueltas con voz sucia

por su palacio mágico al oírla,

volando tras la sombra de una mirla

se desdibujará así entre la lluvia.



Y todos gritarán... "¡Miradla! ¡estaba

oculta porque se volvió ya loca!

por ahí va... descalza y con la lluvia.



!Miradla!... ciega como se encontraba

descalza y por el agua que la toca,

¡es la princesa de la cara turbia!."




Y el triturador mundo ajeno puede

seguir haciendo lo que quiera o pueda

por esa educación o por la veda

social que hoy en mis días se sucede.


Pero que las luciérnagas estrellas

y el universo vacuo de palabras,

de formas pleno locas como cabras

que no desaparezcan por mi ni ella.



Nunca me haría feliz ver por nada

a la princesa ciega pereciendo

ni estrellas suicidando en la ciudad.



Y la princesa ciega maniatada

en la alcoba de vueltas va cayendo

y no mas muerta de que está en verdad.




II

Mi cuerpo que es el suyo por la arena

de una playa oculta a ojos todos tuertos

o sobre el hielo fabricando cuentos

para el airado baile de melena.



Tan ciega como estás, musa, creyendo

que al no poder tu ver nadie lo hará.

La existencia vistió de oscuridad

¡y tu, trágicas luces que estás viendo!.



Tu sabes que ese miedo de ser vista

nunca fue un acto de egoísmo puro.

Siempre jugando al escondite sola.



Sabiendo que aquí eres tú la lista

Y que te escondes del reflejo oscuro

que te ve como el trazo de una loca.




La huida corrosiva de tortuga

de esta "semi-inútil" por aquello

de que se es "mitad-diosa", algo bello.

Buscando en su castillo alguna fuga.



Cuando el verano nos llamó con todos

sus pájaros mirando, con sus ojos

de pájaros mecánicos y rojos

por las ventanas sucias por los lodos,



yo no podía imaginar entonces

que se bebieran todas nuestras aguas.

Oh, La visión del ánfora emanando.



Y la casa se inunda hasta los bronces

y los suelos resbalan como fraguas,

por la pared rajada va escapando.