Una música cabalga el alma
por los deshabitados
montes erizados
de la estatua.
Frío coagulado
en el mármol de mi cabeza.
Vivo con pereza
y me dejo seducir por el aire
que solo trae pájaros.
II
Acaricié las lilas y su veneno
ofrecí mis perlas a las aves
y me entregué al delirio.
Mi cuerpo tiembla
y se electrifica
a la sombra
de un edificio en llamas.
La tierra gime
y languidece
ensuciando el blanco.
Tu contemplas
lo que quieres que te muestre
porque te gusta verme en el suelo.