19 may 2010

La princesa ciega

III

Cuando el invierno nace se levanta

convertida en un zombi engalanado

gustosamente con un tul lavado,

le faltan manos y también garganta.



Sangra por todo el cuerpo y se despliega

hasta que entra en la ducha y limpia bien

toda la sangre y cicatriza, quien

entonces vuelve a ser princesa ciega.



Y en invierno se moja con el agua

de lluvia y nota como todos miran

perplejos desde sus paraguas rotos.



En su sonrisa transparente y vacua

no importará lo que los otros digan

no importa que te crean loca otros.




Tú serás siempre un sueño para el mundo

de ojos cerrados. Tú serás un hambre

indescriptible, como un fino alambre

recorriéndote adentro tan inmundo.



Hambre es conocer, ser reconocida.

Un nudo en la garganta azul del cisne

en la palabra mágica de "irme"

y oculto en la gentil palabra "huida",



como cualquier pensante ser que vive

en una cárcel dentro de otro mundo

que no es como sería el suyo propio.



Y aquella sensación que te persigue

como un satélite demente e inmundo

acusando de algo más que obvio.




¿No te da miedo pronunciar así las

palabras mágicas? refugio, noche

abrazos, lluvia, frío, en derroche

como este en que no tengo ya mis alas.



En el bosque de grises mas azules

brillando bajo un amarillo intenso

temes quemarte como poco incienso,

buscas el agua como los atunes.



Porque tú eres la sed de los quemados

además del fiero hambre de quien nunca

ha entreabierto la boca para nada.



Vas al jardín viviente de los hados

que viajan todo el día por mi nuca

donde a la noche cantas dibujada.





Me besé y absorbí por la nariz

trozos de escamas, partes más cortantes.

Todo sucede aquí como hacía antes,

aquí yace el alma y sale la raíz.



¿Queda algo de mí en esta serenada

mezcla de estrellas mudas puesta en fila

policromadas y de olor a lila?

estructura ósea que no vale nada.



Como sería el esqueleto triste

de un encallado barco en una playa

llena de mil luciérnagas gritonas.



Y un día ven y dime, que las viste.

Niña de agua y ceniza que no calla,

veo en tu fondo estrellas muy burlonas.